Ayer los cielos de la Ciudad de México se vieron muy contaminados, con vientos y masas de colores grises oscuros, una calidad de aire muy preocupante para los habitantes, con una visibilidad de sus alrededores que se redujo quizás en un 80 por ciento, se perdieron de vista sus montañas y apenas se veían los edificios. 

En las semanas recientes, recuerdo, se apreciaban en las montañas que rodean a la metrópoli una gran cantidad de incendios forestales, ¿esa será la causa...? Hace algunos meses en plena pandemia, en “semáforo rojo”, recuerdo que le pregunté a un especialista en temas ambientales, ¿por qué se veía mucha contaminación en los cielos de la CDMX, pues sí se había reducido al mínimo la movilidad del transporte público y privado?; además, las grandes fábricas y construcciones suspendieron sus actividades, y aun así, se percibía una enorme contaminación en los cielos de la zona metropolitana.

A  fines del año pasado, un informe de Reuters reveló que las tiendas de segunda mano y los bancos de ropa de todo Estados Unidos, el mayor exportador de prendas usadas del mundo, estaban repletos de productos debido a la crisis del coronavirus. De hecho, dejaron de aceptar donaciones. Ahora están luchando por vender este excedente a otros países (por lo general, más pobres). Mientras tanto, los depósitos en todo el orbe están desbordados de desechos plásticos. Desde Londres hasta Los Ángeles se disparó la demanda de mascarillas, guantes y contenedores de alimentos para llevar, todos de un solo uso.

 En Ciudad de México los informes indican que durante la cuarentena los residentes generaron 3 mil toneladas diarias más de basura de lo habitual. Esto concuerda con la idea de que la pandemia actual está empeorando la crisis de los residuos.